jueves, 17 de diciembre de 2009

Golpes tan fuertes


¡Desde hace dos semanas pongo hielo sobre mi rodilla cada dos horas!
Esto fue lo que sucedió:
Antes de salir de vacaciones, en un examen final, leyendo un poema, caí (intencionalmente) de rodillas. En los días sucesivos, no presté atención al dolor y seguí haciendo piruetas. Hasta que una tarde, después de ensayar, se puso roja. Luego se inflamó.
Y ahora me tengo encerrar y quedarme quiero. Cada dos horas debo poner hielo sobre esa articulación, que tiene cuadros febriles todo el tiempo.
El poema que leía en aquel examen es ‘Los heraldos negros’, de César Vallejo. Ese que dice “Hay golpes en la vida tan fuertes”.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Maduritas



Señoras profesoras, les pido disculpas. A simple vista, mi comentario no fue apropiado. Pero quiero excusarme y aclarar que no hubo mala intención en decir que Blanche Dubois es una mujer “madurita”. Lo siento si, como dicen en Colombia, les cayó el guante. Pues no quiero que se lo chanten. No. Pido disculpas. Y para que vean con claridad que mi intención no era oscura, deben saber que justo hoy es el 55 cumpleaños de mi madre.


Y mi compañera, con su actitud vigilante, habló con aquella fuerza que cada vez más desprecio: “Cuidado con los adjetivos”. Pues los adjetivos ofenden a quien ofendidos se quieren sentir. Ser “pendejo”o ser “madurito” son instancias que todos tendremos que padecer.

(Del 26 de octubre de 2009)

domingo, 22 de noviembre de 2009

¿Hacia dónde se dirige Buenos Aires?



En las puertas del Teatro San Martín, donde la calle Corrientes va por el número 1500, y a pocas cuadras del famoso Obelisco bonaerense, una familia encontró su refugio, su hogar. Pasan ahí la primavera. ¿Y el Estado?

martes, 17 de noviembre de 2009

Verguenza I. Lo siento, macho

En los pasillos, estábamos todos hablando sobre el examen final que estaba tomando la profesora en el aula. Una de mis compañeras se llevó el dedo índice a la mejilla izquierda, bien cerca del ojo, como diciendo "Cuidado". Yo sabía a qué se refería, pero me hice el tonto.
-Ah, lo que me habías dicho...- Traté de ser natural, pero más me delataba.
-No. No es eso -No paraba de hacer aquella señal con su dedo -Hay situaciones raras. Vos sabés-
Sí, yo sabía: el chico heterosexual de tercer año se había dado cuenta de mis miradas y de mi nerviosismo durante las últimas semanas. Y se lo había dicho a ella. Lo siento, macho.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Las letras que ya no están



Recuerdo que de chico, cuando escribía, sentía cierta lástima o dolor al borrar una palabra del ordenador. Si durante el proceso de edición de una frase repetía una palabra, entonces eliminaba siempre la que había puesto a último momento. Me ocurría lo mismo con las letras. Me hacía a la idea de que por estar escritos con anterioridad los signos merecían más su permanencia en el texto.


No estoy hablando de palabras rebuscadas o eruditas: podía ser una preposición, un “porque” o, incluso, un signo de puntuación. ¡Como si tuvieran vida! (Y supongo que la tienen). Y como si yo, al haberlas anotado antes en la hoja virtual de la computadora, les imprimiera un grado mayor de importancia que las hacía dignas de la insignificante gracia de quedarse en mis textos.