domingo, 25 de julio de 2010

Un mundo pequeño (Nos unimos, dividiéndonos)




¿Tanto tenemos para decir? Expulsamos el moco que se nos atora en la faringe, ¿y luego qué hacemos?
Armamos una comunidad virtual, elegida por nosotros (dentro de opciones ya existentes, por supuesto). Y comunicamos. ¿Qué cosa? Lo que pensamos.

Debo confesar que escondo una envidia profunda por quienes se expresan constantemente en las redes sociales. Yo tan sólo escribo mis reflexiones en este espacio. Y me cuesta mantenerlo, justamente por eso: porque a veces siento que no tengo mucho para decir. Que estoy confundido. Que hacer mía una verdad será sólo el producto de una telaraña que otros han tejido.

Pero hay quienes cuentan todo lo que les pasa. Si ven un perro defecando, le toman una foto y la suben a Facebook o a MySpace. O lo escriben en su Twitter, página que gana cada vez más adeptos.

Hay redes sociales de todo tipo. Para estudiantes, para profesionales, para fiesteros, para sexo. Pero hay otras, cuya función no estoy seguro de conocer. Por ejemplo Asmallworld.net.
Una de mis amistades dice que es "elite". En efecto: sólo puedes entrar si alguien te invita. Dice también mi amigo que un italiano millonario (con el que sospecho él está en contacto sólo por el monto de su fortuna) le envió la invitación.

En la Web hay tan poca información sobre este selecto lugar, que lo empiezo a ver como la clase alta del Internet. ¿Es eso lo que quieren hacer? ¿Dividir por clases sociales la realidad virtual?

Supongo que es una tendencia natural del ser humano: nos unimos, pero separados. Tenemos una tendencia a a agruparnos... por las cosas que nos caracterizan, pero que no caracterizan a otros tantos. Y, al parecer, cuantos menos sean quienes obtengan los beneficios de nuestra comunidad, mejor.

Todo en nuestra vida hace parte de un proceso de selección. Por omisión o por acto, decidimos todo lo que a nuestra vida concierne. Y esas elecciones (conscientes o no) nos conducen hacia ciertas personas y nos alejan de otras. Y ahora, que tenemos la oportunidad de entrar en una realidad virtual, hacemos lo mismo en ella, con una computadora o un teléfono de por medio. Nos unimos, dividiéndonos.

Al final, yo pienso como Kurt Vonnegut, el escritor estadounidense ya fallecido, que escribió alguna vez: "¿Saben qué es un ludita? Un ludita es una persona a quien no le gustan los cacharros modernos, cacharros como submarinos nucleares armados con misiles Poseidón y bombas de hidrógeno en las ojivas, o computadoras que falsean el proceso de "llegar a ser". Bill Gates dice 'esperen a ver lo que lo que su computadora puede llegar a ser'. Pero usted es el que debe llegar a ser. Uno nace para realizar el milagro implícito en la vida, no para que una ridícula computadora lo suplante".